martes, 25 de noviembre de 2008

Ladino o Judeoespañol y Jaquetía:
Las hablas
de las Comunidades Sefardíes en España


El ladino o judeoespañol (djudeo-espanyol גודיאו-איספאנייול en ladino) es la variedad de español hablado durante siglos por los sefardíes, judíos expulsados de España en 1492. La denominación "judeoespañol", aunque reciente, es la más utilizada por los hablantes de esta lengua y este dialecto hablado por los descendientes de los sefardíes expulsados de España por los Reyes Católicos en 1492, como ocurre con las hablas hispanas de América de Sur, conservan palabras, términos y giros lingüísticos, que puede considerarse casi un equivalente del español peninsular del siglo XV y principios del XVI.

El castellano era común a las tres religiones que convivian en la península los sefardíes rehusaban por su cristianismo una serie de palabras, como Dios y Domingo, que serían sustituidas por El Dio y alhad, por influjo del árabe.

El Ladino, la lengua castellana hablada por las comunidades sefardíes en España, se extiende más allá de los territorios próximos a España, siendo también conocido como yudesmo o judezmo, español sefardí y judeoespañol y el Jaquetía -o Haketía- es la variación de la lengua castellana hablada por las comunidades sefardíes en España y el norte de Marruecos.

Su origen se encuentra en el castellano de finales del siglo XV, pero fue evolucionando con el paso de los siglos y conservó una gran vitalidad hasta el Holocausto, que vino a suponer el exterminio de muchos de sus hablantes y provocó el desplazamiento de muchos de los supervivientes.

En la actualidad, diversas instituciones de Israel están tratando de recuperar el uso de esta lengua y puede encontrarse vivo con gran frecuencia en los Balcanes, Oriente Medio, Marruecos y Turquía, las zonas de asentamientos de comunidades sefardíes aunque en fuerte decrecimiento en la actualidad.

Grupo Aman Aman

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La pronunciación coincide, aproximadamente, con la que establece Antonio de Nebrija en su Gramática, y se caracteriza por la conservación, aspiración o desaparición de f inicial, según la zona originaria de procedencia, la distinción de las consonantes fricativas alveolares y palatales en sordas y sonoras (s/z, S/Z), etc.

Morfológicamente, se distingue por las desinencias verbales –ís por –éis, en el presente de indicativo y por la conservación de los pronombres indefinidos naide y tal. Además, el vocabulario de cada comunidad está fuertemente penetrado de elementos adquiridos por las lenguas oficiales con que conviven, así como de italianismos, arabismos y hebraísmos.”

“El judeo-español es la lengua materna de los sefardíes o sefaradíes (La palabra viene de Sefarad, el nombre hebreo para España), judíos españoles y sus descendientes. Como todo el mundo sabe, el año 1492 es señalado no sólo por el gran descubrimiento del Nuevo Mundo, la colaboración de la primera gramática de la lengua castellana, sino también por el acto anti-semitista de los Reyes Católicos: la expulsión de España de los judíos non-conversos al cristianismo.

Estos judíos desterrados fueron acogidos principalmente por tres países: un país cristiano, Portugal y dos países islámicos, Marruecos y Turquía. Pero en 1497 la Corona Portuguesa decretó “o bautismo o expulsión” siguiendo el ejemplo de España. Muchos de estos judíos español-lusitanos se trasladaron a Inglaterra, Bohemia, algunos estados italianos y sobre todo los Países Bajos. Y con la expansión de la colonización, algunos sefardíes llegaron incluso al Nuevo Mundo. Así es que hasta hoy los sefardíes se dispersan por todo el mundo, su distribución geográfica abarca cuatro continentes: Europa, África, Asia y América.

Los judíos españoles habían escrito en lengua castellana desde que hubo literatura. Los redactores de buena parte de la prosa de Alfonso X el Sabio, fueron judíos. El autor de La Celestina, Fernando de Rojas, fue un judío. Pero el lenguaje de los judíos españoles, aún desde la Edad Media, tenía peculiaridades atribuibles al carácter restringido de su comunidad, por motivos religiosos y tradición hebrea. El judeo-español en la literatura, sobre todo, en las versiones bíblicas, se diferencia del judeo-español en el habla en que es un lenguaje híbrido de español y hebreo. Este lenguje artificioso recibe la designación de “ladino” mientras que “el judesmo” se refiere al judeo-español de uso general.

La característica más notable del judeo-español es su extraordinario arcaísmo tanto en el sistema fonológico como en las formas gramaticales.

Una posible causa consiste en que la diáspora de los judíos hispanos comenzó con la matanza de 1391, un siglo antes de la expulsión, y por eso el judeo-español no participó en las principales transformaciones del castellano en el norte de la Península, que ocurrieron hacia 1400, sin embargo, acogió otras transformaciones en el Sur de España, por ejemplo, comparte el seseo-çeçeo y el yeísmo con el español andaluz y su expansión atlántica. Una muestra del arcaísmo del judeo-español es que, por ejemplo, se desconocen vuestra merced y usted. Para tratamiento de respeto se usan vos en Marruecos y él, eya en Oriente.

El judeo-español también ha sufrido influencias de los dialectos de España. En su vocabulario existen muchas palabras de origen dialectal, por ejemplo, ainda(aún) de gallego, lonso (oso) de aragonés, samarada (llamarada) de leonés, y anozar (enojar) de portugués. El judeo-español también tiene inovaciones. El del norte de África ha recibido influencia del árabe y el español moderno, el del Oriente abunda en palabras griegas, turcas e incluso eslavas. Además, la expresión culta muestra gran abundancia de galicismos e italianismos.

Como una variedad de la lengua castellana, el judeo-español es muy importante por haber conservado muchas características arcaicas que han desaparecido del español moderno, y también por su inevitable destino de decadencia debido a la asimilación y la mezcla con diferentes culturas.”

Bruno Alcaraz Masáts

Artículo publicado en el El Diario de la Diáspora - Revista Sefaradí de Béjar, en el nº 359 - 25 de Noviembre de 2004.