domingo, 15 de marzo de 2009

El Albayzín en los
Cancioneros y Romanceros Medievales


Granada, paraíso perdido del moro
- Federico García Lorca -

El romance llamado “morisco o fronterizo” es un romance compuesto por los cristianos desde el punto de vista moro.

Existe una pauta común en toda canción o romance morisco y es, a partir del artificio de situarse el poeta, en medio del campo moro.

A través de una serie de códigos de conducta sobre la gallardía, la honra y el honor, se elaboró de forma anónima un verso que, por transmisión oral, circularía entre el pueblo y la nobleza, preservado por los juglares y cantores en los actos públicos y por las mujeres en la casa, como elemento de transmisión cultural y seña de identidad, hasta su fijación en una serie de textos que surgen en época medieval y que recogieron las distintas versiones de un mismo episodio, y que aún, en este siglo XX, recogieran María Goyri y Ramón Menéndez Pidal en su “Cancionero General de León”.

El Torneo es un extenso romance morisco que Don Pedro de Moncayo dice haber recogido, entre otras fuentes, tras los diversos contactos que mantuvo con los moriscos de Granada y El Alpujarra que fundaran para Doña Ana, duquesa de Éboli, el barrio para las labores de la seda de El Albayzín (todo un barrio en cuesta) de Pastrana (Guadalajara) y que él publicaría en El Romancero, en su edición de 1.589.

Recoge este romance todo el ceremonial iniciático de una parada en una fiesta principal de los hispanos-musulmanes de Granada, anterior a 1.492, en donde se hace una bella descripción de las diferentes familias de la nobleza mora de la capital del Reino de Granada, de sus vestimentas, de sus enseñas y frases de distinción, así como del orden que, por méritos, ocupaban en una parada o desfile que suben a "El Alhambra" en regia parada.

- EL TORNEO -


El encumbrado Albayzín
junto con el Alcazaba,
dos horas antes del día,
tocaron al alborada
Vivaconlud le responde
con clarines y dulzainas,
y el noble Vivataubin
con sus pífanos y con cajas.
Luego las Torres Bermejas,
el Generalife y la Alhambra
solemnizando la fiesta
alzaron sus luminarias.

Gomeles y Sarracinos,
Tarfes, Chapices y Mazas,
Portavises y Vanegas,
Aliatares y Ferraras,
Adalides y Bordaiques,
Abencerrajes y Audallas;
madrugaron a la zambra
que la ordenó Reduán
con Muza su camarada,
para allanar el destierro
de Abenzulema el de Baza.

Ibn Reduán delante
en una yegua alazana,
vestido de verde oscuro
con un almaizar por banda;
con plumas de tres colores,
una esfera en la medalla
y en medio de ella esta cifra
"Mucho más mi empresa es alta"

Luego tras este seguía
Muza, en una yegua baya,
de amarillo y naranjado
con una toca encarnada:
por divisa un corazón
que le atraviesa una espada,
en el pomo aqueste mote
"Más crueldad usó Daraja."

Bravonel iba vestido
de azul y franjas moradas,
con una luna menguante
encima una toca blanca;
y con la délfica luz
del sol, encubre su cara,
y alrededor esta letra:
"Sin luz mengua mi esperanza."

Azarque, que de la guerra
vino, quiso entrar con armas,
las cuales trajo del mar
con el agua deslustradas.
Lleva en medio del escudo
lolores diferenciadas,
y en la orla aqueste mote:
"Diferentes son mis ansias."

Salió Celino y Muley,
Galbano y el fuerte Audalla,
vestidos de una color
en cuatro hacaneas blancas:
éstos, porque sus amigas
quedaban en La Alpujarra,
entraron en una librea
y con mochilas colgadas;
albornoces colorados
con guarda-soles de plata,
y todos aquesta letra:
"A la vuelta nos aguardan."

Luego tras estos venían
por el Zacatín las damas,
que con el son de las trompas
sintiéronse avisadas.
Reduán que vía el tropel
manda parar mientras pasan,
que no es razón que mujeres
vayan en la retaguarda.

La primera del paseo
es la hermosa Daraja,
es bien que sea capitana,
vestidas de raso blanco
y la mano levantada,
con que el rubicundo rostro
tapaba con una manga:
una toca de telilla
y el cabello en las espaldas,
y un collar ante sus pechos
que a un carbunco la luz tapa:
adornó la bella frente
con una esmeralda,
y en medio de ella esta cifra:
"Yo la culpa y tú la causa."

Luego tras la briosa
llegó la bella Zoraida,
los ojos en Reduán
y en Abenumeya el alma,
vestida de verde oscuro
con rapacejos y franjas,
y en una franja este mote:
"Mas juicio y menos gracias."

Llegó Fátima y Celinda,
Sarracina y Celindaja,
Xarifa y Zaida, Zulema,
Adalifa y Abenzaida,
Todas con doradas tocas
y almalafas plateadas,
y en los verdes almaizares
dice un mote:
"El color basta."

Así llegaron por orden
a la fuerza del Alhambra
donde fueron recibidas
de la reina Guadalara.


Romance morisco, anónimo, recogido en
El Romancero,
publicado por Don Pedro de Moncayo
(Edición de 1.589)
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Bruno Alcaraz Masáts
Artículo publicado en la revista
El Albayzinero (Nº 18 - Octubre 2000)
Revista del Centro UNESCO de Andalucía