sábado, 24 de septiembre de 2011

La Sala de los Secretos de la Alhambra

Fotografía de la Sala de los Secretos en la Alhambra
La Sala de Dos Hermanas, en cuyos sótanos se encuentra la Sala de los Secretos, fue construida por Muhammad V durante la primera parte de su reinado (entre 1354 y 1358) y tenía la función de nuevo Mexuar del Sultán, cuyo trono quedaría emplazado en el mirador de Daraxa o Lindaraja.

Este nuevo Mexuar en la Sala de Dos Hermanas tenía una doble función: representativa y de aparato, ya que este segundo Mexuar tenía funciones administrativas y se hallaba anexo, aunque ha desaparecido.

Cuando en 1362 se inicia la construcción  de esta Sala, no se había construido el resto de salas del palacio de Leones, y aun no existía el patio de los Leones, que debieron edificarse a partir de 1363.

La sala de Dos Hermanas es cuadrada, con techos de lazo y alcobas que comunican con las Habitaciones de Carlos V y, a través de un balcón, con los Jardines del Partal.

La entrada a la sala se realiza a través de un arco semicircular festoneado, que conserva las puertas de madera originales. A través de un pasadizo podemos llegar a los aposentos altos, con techos labrados en el siglo XVI.

Palacio de los Leones - Sección de la Sala de Dos Hermanas - (E 1 200)
donde se observan a la izquierda las bóvedas de los baños árabes y
en el sótano de la Sala de Dos Hermanas, los diversos pasadizos
y en el centro está la bóveda baída de la Sala de los Secretos.
A la cámara del mirador se accede a través de tres pequeños arcos, con mocárabes en los arcos laterales y albanegas labradas en el central y desde sus ventanas podemos tener una vista del Patio de los Leones.

Fotografía antigua, en torno a 1950, del patio de Lindaraja.
La Sala de las Dos Hermanas presenta un espacio central de planta cuadrada, con función de Mexuar o sala del consejo de visires, cubierto con cúpula de mocárabes sobre tambor octogonal, flanqueado por tres salas laterales, y al fondo se abre el mirador de Lindaraja, como sala del trono, desde la que se veía los jardines con su fuente que se hallaban abiertos sobre Granada antes de las reformas del emperador Carlos V y así el sultán podía contemplar la capital del sultanato.
El jardín de Lindaraja desde la Sala de los Secretos
Conocida habitualmente como la Sala de los Secretos, la descripción de esta Sala de los Secretos, curiosamente no se recoge en casi ninguna guía, es la de una estancia dodecagonal,  situada en los sótanos de la Sala de Dos Hermanas y donde los visitantes de la Alhambra se colocaban en los dos extremos de uno de sus doce arcos y pueden mantener una conversación en susurros y nadie, dentro de la Sala de los Secretos, puede escucharla y se accede a ella desde el Patio de Lindaraja.

Plano del jardín de Lindaraja y de la Sala de Dos Hermanas,
y el patio de la Reja en la parte inferior derecha.
El jardín de Daraxa o de Lindaraja, llamado también patio de los Naranjos o de los Mármoles, se levantó entre 1526 y 1538, al tiempo que se construían las habitaciones de Carlos V, en los jardines que ya existían entre el alcázar y la muralla fue remozado en el siglo XVI, que mejor responde a la idea de jardín cerrado como lugar de encantos y delicias, cuenta con cipreses, acacias, naranjos y arbustos de boj, rodeando la gran fuente central de mármol, decorada en su borde con una poesía, al igual que la fuente del Patio de los Leones, y que se colocó en 1626 aprovechando la gran taza que se encontraba en el Patio del Cuarto Dorado. 
Alzada del Palacio de los Leones - Alhambra - Girault de Prangey - Paris, 1837
En arquitectura, una bóveda baída es aquella que está formada por un hemisferio cortado por cuatro planos verticales y paralelos entre sí dos a dos y baída es una palabra de origen árabe, que significa capacete, que según recogió el diccionario de Autoridades de la RAE, de 1729, era un casco de armadura que se adaptaba a la cabeza, para cubrirla de los golpes y cuchilladas, y la Sala de los Secretos tiene esa forma de casco, ya que es una sala cubierta por una cúpula muy oscura de piedra con doce arcos inscritos, con ventanas pequeñas, donde se situa un conjunto de habitaciones con una parte central que es la Sala de los Secretos.

El diseño arquitectónico de su planta es un dodecaedro y su bóveda es de tipo baja, una bóveda baída, dando a la estancia un aspecto de que no tiene mucha altura. Su  bóveda permite transmitir de uno a otro de sus ángulos el sonido, se le supone un uso como sala para la música en época nazarí, y quizá sea éste el laberinto de Creta mencionado en algunos documentos de la Alhambra:

“Y enfrente deste [postigo adentro de la cuadra principal de los Baños] para entrar en el laberinto de Creta hay un postigo nuevo con tableros de nogal y... poco más adelante hay una puerta... que mira al jardín de Daraja”.

En la Alhambra el laberinto de Creta no era un jardín de los palacios nazaríes sino uno de los recintos interiores bajo la Sala de Dos Hermanas.


Sección 4 de los palacios nazaries: Palacio de los Leones.
Sala de Abencerrajes, Patio de los Leones, y Sala de Dos Hermanas
y en los sótanos la Sala de los Secretos y diversos pasadizos - (E 1 200)
El fenómeno de la transmisión es consecuencia casual de la geometría de la construcción o del lugar, como puede ser la Sala de los Secretos de la Alhambra o como la Sala de los Secretos de El Escorial, entre otras salas de los Secretos que hay en el mundo.


Entrada de la Sala de los Secretos en el jardín de Lindaraja,
arriba el balcón de Daraxa, en la Sala de Dos Hermanas.
Estas son algunas de las únicas referencias escritas encontradas sobre la Sala de los Secretos:

El pintor sueco Egron Sellif  Lundgren, hacia 1887.
Bajo el título ''Anotaciones de un pintor'', el libro del pintor sueco Egron Sellif Lundgren, publicado en Estocolmo en 1882, por el editor P. A. Norstedt, et Söner, con el título: En Malares Anteckningar. Utdrag ur Dagböcker och Bref . Italien och Spanien. Tredje Upplagan se recogen las impresiones del artista sueco Egron Sellif Lundgren en la Alhambra y con notas sobre Granada o sus alrededores, que de algún modo completan y ambientan la permanencia del pintor en la Alhambra durante dos temporadas sucesivas, en los años 1849 y 1850.

En este libro se recoge esta anotación que escribió en 1849: 
Egron Sellif Lundgren,
conocido en su epoca como ''el pintor de los ojos''.
Alhambra, junio 1849


‘’Las personas reales, es decir, la hermana de la reina doña Luisa Fernanda y el duque de Montpensier, visitaron la Alhambra y luego se quedaron para un pequeño déjeuner champétre todo el día. Habían prohibido el paso al púíblico, pero como Antoñita se consideraba que no pertenecía al público, consiguió de alguna manera abrirse paso y luego me contó todos los secretos de Estado. Desgraciadamente hablaban a veces en francés, de suerte que esta parte del chisme se perdió. 

En cambio obtuve descripciones más extensas de cómo la Sala de los Secretos había sido arreglada con divanes y cojines de seda, espejos y alfombras turcas y cómo la Infanta había estado locá de alegría hasta dignarse bailar «La cachucha» con castañuelas, vestida de rosa con encajes negros.

Los músicos se habían quedado escondidos en el pequeño jardín de Lindaraja entre los setos de mirto, alrededor de la pequeña fuente, tocando tan dulcemente, que resultaba cosa hechicera y las golosinas que traían de la cocina en vajilla de plata y de cristal eran indescriptibles’’.

Egron Sellif Lundgren - Gitana española.
Cuando en 1862 visitaron Granada los viajeros románticos Gustavo Doré y el Barón Charles Davillier, éste describió Granada y la Alhambra en varios fascículos publicados en 1864 en París en la revista “Le Tour de Monde”, propiedad de la editorial Hachette, y nos dejó escrita esta breve descripción de la Sala de los Secretos, con la curiosidad de que Davillier cambió la ubicación de la misma, situándola en los sótanos del palacio de Carlos V.

Portada del fascículo de "Le Tour du Monde", publicado en 1864,
que contiene esta breve descripción de la Sala de los Secretos.

“Al abandonar el Jardín de Lindaraja, cruzamos la Sala de Secretos, construida bajo el palacio de Carlos V, que fue así llamada por el efecto de sonido producido por la conformación de la bóveda, efecto ya conocido desde la época romana, y que no es raro encontrar en otros edificios de diferentes épocas: uno sólo tiene que susurrar unas palabras en una esquina, y en bajo esa voz se escuchó claramente por la persona que aplica la oreja en el ángulo opuesto”.

En 1878 se publicaría el libro Estudio descriptivo de los monumentos árabes de Granada, Sevilla y Córdoba, del arquitecto conservador de la Alhambra Rafael Contreras, que incluía esta referencia:



‘’…debajo de la de las Dos Hermanas. En la del centro se observa el efecto acústico del sonido que se transmite por el embocinado de las curvas y se repite en los cruceros de las bóvedas, lo cual hizo que esta sala se llamara de los Secretos, único interés que ofrece para ser visitada. En suma, los cenadores no existían en tiempos árabes, y en su lugar había un dilatado jardín, en donde tal vez se hallara el estanque y fuente, con arreglo a las inscripciones de la taza citada’’.

En 1885 se publicó el libro España, sus monumentos y artes – Su naturaleza e Historia (Granada, Jaén, Málaga y Almería) de Francesc Pi i Margall, que escribió esta referencia:

Portada del libro de Francesc Pi i Margall,
publicado en 1885.
’Subsisten aun en la parte inferior del monumento el patio de la Reja, la Sala de las Ninfas y la de los Secretos (1) y el celebrado jardín de Lindaraja…

…la de los Secretos está enteramente renovada, y apenas guarda sino la disposición acústica de sus bajas y misteriosas bóvedas’’.

 (1) Tiene esta sala en cada ángulo un tubo, al cual si se aplica el oído, se oye perfectamente lo que se dice en el ángulo opuesto, por baja que sea la voz con que se pronuncien las palabras. A esto debe el ser llamada Sala de los Secretos''.

En 1892, Don Manuel Gómez Moreno, escribió en su Guía de Granada esta breve referencia:

Plano de los subterráneos de la Casa Real,
según estarían antes de la Reconquista.
(Plano de la Guia de Granada, de Don Manuel Gómez Moreno)
‘’Por aquí se entra en los subterráneos de la Sala de las Dos Hermanas, que son varias galería abovedadas y en medio la Sala de los Secretos, llamada así por el fenómeno acústico que produce la bóveda baída’’.

Guía de Granada de Don Manuel Gómez Moreno (1892)
y  Guía de Granada de Antonio Gallego y Burín (1946)
En 1946, Antonio Gallego y Burín, recogió en Granada, Guía artística e histórica de la ciudad, esta reseña:

‘’Por el lado S. del jardín se penetra en los sótanos de la Sala de Dos Hermanas, grupo de galerías abovedadas en torno a un aposento central llamada Sala de los Secretos porque su bóveda baída permite transmitir de uno a otro de sus ángulos el sonido.

A la derecha de este mismo lado, una puerta comunica con las piezas de servicio de los Baños y, a la izquierda, otra, con arco de herradura paso a unas habitaciones modernas.

La galería E. tiene ventana con vistas a los jardines del Partal, y la N. conduce, por un pasadizo, a la muralla donde se alza la Torre de Abu al-Hayyay’’.

La última referencia escrita aparece en un libro de reciente publicación, en el libro Alhambra, del arabista y escritor Robert Irwing, publicado en Inglaterra en 2004 y editado en castellano por la Editorial Almed en 2010:

‘’Viene después la Sala de los Secretos, una auténtica fábrica de intrigas”.


Para Robert Irwin, escritor y arabista,
uno de los mayores expertos en arte islámico, regresar a Granada 

“es como volver al paraíso”.
''Para un árabe, las paredes de la Alhambra son un libro de piedra”  

LIBRO RECOMENDADO:


Título: La Alhambra
Autor: Robert Irwing
Editorial: AlmED
ISBN: 978-84-15063-03-2

Aunque este libro no sea un estudio sobre la Sala de los Secretos, si es un libro que hay que leer para conocer mejor las claves de la construcción de la Alhambra, el único castillo hispano-musulmán que se conserva en Occidente.

Bruno Alcaraz Masáts

viernes, 9 de septiembre de 2011

La quema de manuscritos de la biblioteca
 del califa al-Hakam II por al-Manūr


 En España se ha tenido por muchos siglos como fiesta y regocijo
 muy popular la quema de manuscritos árabes:
pocas naciones del mundo habrán disfrutado tantas veces
de ese placer, en que se han emulado todos, musulmanes y cristianos...

Ribera y Tarragó.

Hacia el año 940, el califa al-Hakam II formó en Córdoba una gran biblioteca de manuscritos, que según la leyenda y la Encyclopaedia Universalis (1990: pg. 714), ésta contó con cerca de 400.000 volúmenes en la que existían ejemplares de la época de los califas abasíes en Damasco cuando iniciaron y fomentaron la traducción al árabe de las obras de la ciencia y la filosofía de la Antigua Grecia, que se hicieron partiendo de las versiones preexistentes en lengua siria.

Así, los escritos de Aristóteles, Galeno y Ptolomeo y los comentarios de al-Kindi, al-Farabi o Avicena se difundieron por todo el Islam y llegaron a al-Ándalus y la Córdoba califal, en plena época del esplendor andalusí, ya que al-Hakam II tenía agentes para ojear y comprar libros en Damasco, Bagdad, El Cairo, y Alejandría.

El califa al-Hakam II, que asumió el poder a la edad de 50 años y que gobernó durante 30 años, fue un bibliófilo por excelencia y esta pasión que lo llevo a interesarse más en los manuscritos y en su institución que en los asuntos políticos-administrativos.


En su palacio se cuenta que albergó a muchos eruditos, escribas correctores, encuadernadores, iluminadores y dibujantes y tenía como jefe de bibliotecas al eunuco Talid, quien contó con la figura de dos mujeres que realizaban copias: Lubna y Fátima. El califa al-Hakam II pagó a un copista en Bagdad para que le enviara aquellas obras que eran desconocidas en el suelo de al-Ándalus.

En aquella biblioteca figuraban un sin número de códices griegos, traducciones al árabe y correcciones de los eruditos. Su colección estuvo formada con libros que provenían de diversas partes del imperio: Alejandría, El Cairo, Bagdad y Damasco, así como de otras ciudades.

En 976, tras la muerte del califa al-Hakam II, Ya’far al-Musharî fue designado hayib, convirtiéndose en regente y al-Manṣūr sería designado visir, lo que le convertía en el intermediario entre el consejo de visires y el nuevo califa Hisham II y su madre, Subh, que aupó como general a al-Manṣūr, para sentar a su hijo en el trono y se rumoreaba en la corte califal que eran amantes.

Abu ‘Amir Muhammad ben Abi ‘Amir al-Ma’afirí, llamado en al-Ándalus al-Manṣūr billah (المنصور), (Algeciras, 938 – Medinaceli, 11 de agosto de 1002), que en 981, a su regreso a Córdoba tras la Batalla de Torrevicente, en la que aplastó a su rival y el padre en ley, Ghalib Al-Nasiri, asumió el título de al-Manṣūr bi-llah, Victorioso por la gracia de Dios, que en la Europa cristiana se referían a él como Almanzor y fue un militar y político andalusí, caudillo del Califato de Córdoba y valido del califa Hisham II.

El general al-Manṣūr, según pintura de Francisco Zurbarán

El general al-Manṣūr, nacido en las cercanías de Algeciras en 939, en el seno de una familia amirí no muy acaudalada, fue el primer amirí nacido en al-Ándalus.

Estudió en Córdoba y en 976 entraría a formar parte del aparato administrativo califal, confiándosele el cargo de Administrador de Príncipe heredero Hisham II y de su madre Subh, así como el de Prefecto de la ceca.

Moneda árabe de la época de al-Manṣūr
Una serie de misiones desarrolladas en el Magreb le fueron proporcionando la ocasión de estrechar relaciones con diferentes jefes beréberes y con generales del ejército califal, entre los que se encontraba Galib. En ese año 967, al-Manṣūr recibió el nombramiento de general.

A finales del año 977, el hayib Ya’far al-Musharî fue destituido y encarcelado por el califa de Córdoba Hisham II, elevando a la función de hiyab a Galib, general de las tropas fronterizas del Califato de Córdoba y al general al-Manṣūr, que permaneció en Córdoba.

El general al-Manṣūr contrajo matrimonio con Asma', la hija de Galib, siendo esta la esposa principal del harem que se formaría con las dos esposas cristianas de al-Manṣūr, cuando, hecho aceptado por varios autores, que contrajo matrimonio con Teresa, hija de Vermudo II y de la reina Elvira, que habría tenido lugar a instancias de su hermano Alfonso V, aunque en la Chrónica Najerense se recoge que un ángel acudió en defensa de la joven, pero según cuentan las crónicas cristianas del siglo XII, nació en 991, teniendo sólo 10 años cuando falleció al-Manṣūr en 1002.

Luego contrajo matrimonio con otra princesa, la hija del rey de Pamplona Sancho Garcés, reconocida en las crónicas musulmanas como "la Vascona", que se convirtió al Islam con el nombre 'Abda y que sería la madre del último califa amirí, Abderraman, llamado el Sanchuelo, por sus conexiones navarras.

Cuando en 978, un grupo de dignatarios y ulemas conspiraron para deponer a Hisham II por ser menor de edad, fue descubierta la conjura y al-Manṣūr ordenó ejecutar a los cabecillas.

En 979 se produjeron dos hechos culturalmente distintos en la ciudad califal de Córdoba:

De una parte, al-Manṣūr dio comienzo a la construcción de su ciudad-palacio, que se llamaría Madinat al-Zahira, la Ciudad Resplandeciente, que se convertiría en la sede principal del gobierno y que emulara a la ciudad-palacio califal de Madinat al-Zahra’.

El otro hecho fue la orden emitida por al-Manṣūr para censurar la extensa biblioteca del anterior califa al-Hakam II de todo manuscrito u obra mal vista a los ojos del Islam más estricto y ortodoxo, con el objetivo de congraciarse con los ulemas y los jurisconsultos del Califato.

Manuscrito 1 de la Biblioteca Al-Qarawiyyin de Fez
procedente de la biblioteca del califa al-Hakam II
 “Algunos de los libros fueron quemados, otros arrojados a los pozos de palacio, donde se les echó encima tierra y piedras, o destruidos de cualquier otra forma”, según se sostiene en Tabaqát.

Tras esta quema de libros por al-Manṣūr, el pueblo de Córdoba, enfervorecido, no dudó en encomiar la terrible decisión y una inmensa hoguera fue la culpable de que miles de libros que penosamente habían sido recuperados por al-Hakam II, fuesen ahora a ser físicamente pérdidos y olvidados intelectualmente.

Manuscrito 2 de la Biblioteca Al-Qarawiyyin de Fez
procedente de la biblioteca del califa al-Hakam II
Muchos conocimientos conseguidos por el mundo musulmán, a través de siglos de estudio, se esfumaron, sin más, entre el humo de la fogata que se prendió en la  Córdoba califal en 979.

Manuscrito 3 de la Biblioteca Al-Qarawiyyin de Fez
procedente de la biblioteca del califa al-Hakam II
En la Crónica Silense se apunta al lugar de la muerte de al-Manṣūr:

“Pero, al fin, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar
cabeza a los cristianos, pues pasados doce años Almanzor
fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli,
y el demonio que había habitado dentro 
de él en vida se lo llevó a los infiernos”.

Cuentan que, después de cada batalla en el Magheb o de cada razia en España, sus servidores extraían la tierra adherida a las ropas de al-Manṣūr, cepillándola sobre alfombras de cuero y guardándola en un cofre, tejiéndose sobre esta tierra recogida de las batallas de al-Manṣūr una leyenda histórica andalusí.

Una interpretación de esa leyenda indica que, sobre sus restos, colocaron un ladrillo fabricado con la tierra adherida que era recogida de sus ropas, después de cada batalla contra los cristianos.

Otra interpretación de esa leyenda dice que, sobre un lecho formado por esta tierra, se depositaron los restos de al-Manṣūr.

El cadáver, así dispuesto, recibió primera sepultura en la frontera, antes de ser trasladado a Córdoba.

Según el historiador árabe Ibn Idari, los siguientes versos se esculpieron en mármol, a manera de epitafio:

“Sus huellas sobre la tierra te enseñarán su historia,
como si la vieras con tus propios ojos.

Por Allah que jamás los tiempos traerán otro semejante,
que dominara la península
y condujera los ejércitos como él”.

Otra leyenda, esta ya cristiana e incluida hoy en la Ruta del Cid, indica que la tumba de al-Manṣūr yace bajo los suelos de la Colegiata de Medinaceli, un edificio del siglo XVI que se erigió en el lugar de una iglesia románica dedicada a Santa María, erigida seis siglos antes y que fue construida sobre una mezquita donde descansaban los restos de al-Manṣūr.

Fotografía de 1966 de la Puerta de la Colegiata de Medinaceli
Después, a la entrada de los bereberes al casi desaparecido Califato de Córdoba, acaecieron saqueos e incendios, desapareciendo todo lo que quedaba de cultura histórica acumulada en la biblioteca del califa al-Hakam II.

Sin embargo, muchos manuscritos se salvaron en manos de bibliófilos y la mayoría fue a parar a los cabecillas de los reinos de taifas, porque al-Manṣūr quiso atender al clero preocupado por la posible heterodoxia de algunos de los libros y finalmente, lo que se salvó de la hoguera, fue dispersado a la caída del califato.

Así, tras la crisis del califato de Córdoba en 1009, los eruditos residentes en Córdoba se dispersaron por los distintos reinos de taifas, llegando a Toledo una parte de la biblioteca de al-Hakam II y, tras la conquista cristiana de Toledo, todo el saber acumulado en esa parte de la biblioteca que se salvó del fuego, atrajo a toda una serie de eruditos del Occidente cristiano, que deseaban asimilar la ciencia y la filosofía griega y árabe, surgiendo posteriormente la Escuela de Traductores de Toledo, fundada por Alfonso X, el Sabio.

Alfonso X, el Sabio, dictando las Partidas, en este
manuscrito de El Escorial.
Durante los siglos XII y XIII acudieron a Toledo diversos eruditos de Europa, como Miguel Escoto, Gerardo de Cremona, Alfredo y Daniel de Morlay, Roberto de Retines y Adelardo de Bath, a quienes sirvió de intérprete Andrés el judío; italiano fue Gerardo de Cremona, y alemanes Hermann el Dálmata y Herman el Alemán, para traducir numerosas obras que fueron determinantes en el conocimiento y desarrollo de la ciencia de Occidente.

El Canon de la Medicina, de Avicena
 Así, el judío Abraham Inb Dawd, Abendauth, trasladó los textos árabes al romance, colaborando con Domingo Gundisalvo en la traducción del Canon de la Medicina de Avicena, que después un latinista los vertiría al latín.

Quedarían traducidas, entre otras, en matemáticas el Álgebra de al-Juarismi, en astronomía el Almagesto de Ptolomeo, en medicina el Canon de la Medicina de Avicena y varias obras de al-Razi y en filosofía la Lógica y la Metafísica de Aristóteles.

LIBRO RECOMENDADO:
 Autora: Magdalena Lasala
Editorial ABC - Folio
Año de edición: 2006
ISBN: 84-413-2161-2

Bruno Alcaraz Masáts

lunes, 5 de septiembre de 2011

Saleh Sharif,
el librero de Muammar al-Gadafi
El librero Saleh Sharif, de Trípoli.
Cuando en 1957 Saleh Sharif, con apenas veinte años, abrió su librería Al Fiker junto a la plaza Verde de Trípoli, en Libia se respiraba entonces cierto aire de esperanza tras la independencia lograda sólo 5 años antes.

La librería se hizo conocida poco a poco y Saleh fue viendo como la clientela crecía y entre los clientes habituales que recibía había un militar llamado Muammar al-Gadafi.
El coronel Muammar al-Gadafi
Por aquel entonces, el librero, que era un joven idealista y se consideraba un musulmán piadoso, estaba preocupado por la educación libre y por lograr el reparto equitativo de «todo lo que Allah nos ha dado» y eso era lo que estaba reivindicando cuando fue detenido, enjuiciado y encarcelado entre 1960 y 1963, en la época del Rey Idris I de Líbia.
Fotografía de 1950 de la Plaza Verde, también llamada
de los Mártires o Plaza de la Independencia.
El 1 de septiembre de 1969 aquel cliente habitual de la librería Al Fiker era ya el coronel Muammar al-Gadafi, que, con apenas 30 años, tomó parte en la revolución que derrocó el régimen monárquico del rey Idris I y se puso al mando de la Junta Militar, el Consejo del Mando de la Revolución.

En esas fechas, durante los primeros años de este nuevo régimen impuesto por aquel coronel que fuera su cliente habitual, vio como éste se fue transformando en dictador y como, influenciado por «El Libro Rojo de Mao», escribió entre 1975 y 1979 el ideario de su sistema, que quedaría recogido en su famoso Libro Verde y con esa extensa obra de tres tomos, introdujo verdaderamente su ideología a la revolución en Libia, donde el coronel Gadafi quiso exportar la "tercera vía" política y social,  descrita como una síntesis del capitalismo y el socialismo en su "Libro verde".

El coronel Muammar al-Gadafi leyendo el Libro Verde
La revolución se fue transformando en dictadura y dio comienzo a una persecución de todo lo que significaba para el Islam la cultura occidental, mediante la represión y la censura.

El librero Sharif dijo a un periodista:

«Me obligaron a retirar las obras de política, de economía... quemando después en la plaza Verde todos los libros junto a los tocadiscos de la gente de Trípoli, porque prohibieron desde la economía y la literatura hasta la música occidental ».

Quema de libros en la Plaza Verde deTrípoli en 1980
«Tuve que poner en el escaparate el Libro Verde por todos sitios, tenía que verse bien. Trataba de manejarnos la mente a todos», se queja todavía hoy con cierta amargura.

Fotografía de la Plaza Verde en 1980
«Usted no tiene límites para preguntarme, pero sepa que, hasta hace pocos días, esto de pasear por las calles de Trípoli con un periodista extranjero era impensable», señala Sharif, cuya mayor ilusión ahora es «poder tener en la librería obras que critiquen a Muammar al-Gadafi, para que la gente pueda conocer la verdad: que es un gran mentiroso, un gran ladrón».
Quema de ejemplares del Libro Verde en la Plaza Verde en 2011
Post basado en el artículo periodístico escrito 
por Luis de Vega, enviado especial en Trípoli.

Bruno Alcaraz Masáts

viernes, 2 de septiembre de 2011

Tratado de Paz y Alianza entre el Sultanato de Granada y el Reino de Aragón contra el Reino de Castilla en 1301


El reino nazarí de Granada, desde que Alhamar supiera mantenerlo independiente tras la conquista castellana del valle del Guadalquivir en el siglo XIII, hubo de recurrir a guerras, alianzas y al pago de tributos para sobrevivir al empuje de castellanos, aragoneses y norteafricanos

A finales del siglo XIII y comienzos del XIV, la península ibérica era un mosaico de estados que tan pronto eran aliados como enemigos, Aragón en guerra con Mallorca, Castilla con Aragón y Portugal, Granada contra Castilla y los Benimerines, y así podríamos hacer todas las combinaciones posibles.

Durante la guerra civil castellana de 1296-1300, el Sultanato de Granada reconquistaba Quesada, Alcaudete y Locubín.

La guerra de Aragón con Francia por el dominio de Sicilia y la victoria de Fernando IV de Castilla frente al infante de la Cerda, llevaron a Aragón a pactar una alianza con Granada para hacer un frente común, tratado anulado en 1308 cuando Aragón se aliaría con Castilla para atacar a Granada que había reconquistado Bedmar a los castellanos y Ceuta a los benimerines en una recuperación notable del reino andaluz.

Los asedios de Castilla a Algeciras y de Aragón a Almería en 1309, posibilitarían la paz a cambio de que Granada devolviese Quesada y Bedmar y pagase un tributo anual.

El texto original del Tratado de fecha 31 de diciembre de 1301 - 1 de Enero de 1302, entre el Sultanato de Granada y Málaga y el Reino de Aragón:
  • Sepa todo aquel que leyere el presente escrito, que Nos, el Príncipe siervo de Dios, Muhammad, hijo del Príncipe de los musulmanes Abu Abd Allah ibn Nasr, Sultán de Granada y Málaga y sus dependencias, y Príncipe de los musulmanes, accedemos, augusto soberano D. Jaime Rey de Aragón, Valencia y Murcia, y Conde de Barcelona, a ser vuestro fiel amigo y a que haya entre Nos y Vos paz firme y leal amistad, en virtud de la cual, vuestros amigos lo serán nuestros, y vuestros enemigos, las gentes de Castilla, enemigos para nosotros.
  • Haremos cesar los daños y las correrías de que vuestras tierras y lugares pudieran ser objeto por parte de los nuestros, y no daremos ocasión ni permiso para que ningún vasallo nuestro los lleve a cabo, o los realice, ni por tierra ni por mar.
  • Y si aconteciera que a alguno de vuestros vasallos, o de vuestros lugares, le sobreviniera cualquier daño de parte de alguien que se halle sometido a nuestra autoridad, nosotros procuraremos que aquel daño sea reparado con toda justicia.
  • Y Vos, por vuestra parte, seréis igualmente fiel aliado nuestro, según manifestáis en vuestra carta, y os obligáis a mantener con Nos una alianza leal y una paz duradera, siendo amigo de quien lo sea de Nos y enemigo de todo enemigo nuestro, ya sea éste musulmán, o de la gente de Castilla, haréis cesar los daños y depredaciones contra todos nuestros territorios y vasallos, en el mar y en la tierra.
  • Si ocurriera que alguna comarca de allende el mar, o gentes de aquel país, quedaran bajo nuestra obediencia, observaréis con respecto a ellos las mismas normas seguidas con nuestros restantes territorios de al-Ándalus.
  • Si sobreviniera algún daño de parte de vuestros súbditos, o de los habitantes de vuestras villas, a alguno de nuestros vasallos, o habitantes de nuestros lugares de al-Ándalus, o de los situados en el país de allende el mar, Vos habéis de procurar la reparación de aquel daño en el acto, en el mismo instante, tal como en vuestra carta ofrecéis hacerlo.
  • Accedemos igualmente, a que vengan a nuestro país todos los que deseen comerciar en cualquier clase de mercancías de vuestro país, que tengan por conveniente. Se les permitirá exportar cuantos artículos deseen, y se hallarán en completa seguridad sus personas y sus bienes, sin más que satisfacer los obligados derechos, con arreglo a la tasa acostumbrada, y a ellos les serán liquidados en las aduanas los derechos que les correspondan con arreglo a la costumbre.
  • Y asimismo, todos los negociantes que desde nuestro país se dirijan al vuestro, gozarán de absoluta seguridad para sus personas y sus bienes, y les será permitido exportar de vuestro territorio toda clase de mercancías que deseen.
  • Pagarán los derechos establecidos, según la costumbre, sin añadir ningún nuevo aumento a los ya establecidos, y les serán liquidados los derechos que les correspondan, conforme proponéis en vuestra carta.
  • Accedemos, asimismo, a prestaros nuestra ayuda contra la gente de Castilla en las guerras contra Vos. Y si acaeciese que el actual Señor de Castilla, o sus fuerzas, vinieran contra Vos por la parte de Murcia, en el acto os ayudaríamos con todo nuestro poder. Y no concertaremos con ellos paz ni tregua, si no es de acuerdo con vuestra opinión y con ventaja para Nos y para Vos.
  • Por vuestra parte, Vos os comprometéis, igual que nosotros, a hacerles la guerra y a realizar incursiones contra todos sus territorios, y no haréis con ellos paz ni tregua, si no es con nuestra conformidad y con provecho vuestro y nuestro al mismo tiempo, para que nuestra mutua situación, con respecto a ellos, sea una misma, tanto en caso de avenencia como de hostilidad.
  • Y nos ayudaréis contra ellos, cuando necesitemos de vuestros auxilios, con todo vuestro poder, conforme proponéis en vuestra carta.
  • Accedemos, asimismo, a ayudaros en tierras de Murcia con jinetes de nuestro país si de ello tenéis necesidad, a condición de que se les organice en vuestra tierra la comida y el pienso, desde el día de su salida de nuestros dominios hasta el de su regreso.
  • Dispondréis, además, que se les indemnice el importe de las cabalgaduras que mueran en vuestro servicio, desde el día que salgan de nuestro territorio hasta el de su regreso al mismo.
  • Accedemos, asimismo, a que si conquistásemos algún lugar que antes fuera vuestro en el territorio de Murcia, os lo devolveremos inmediatamente. Y si fuera cualquier otro sitio del territorio de Castilla, no tendréis nada que oponer a ello. Y si cayere en vuestro poder algún lugar del reino de Castilla, tampoco hemos de hacer nosotros ninguna oposición, a no ser que se trate de alguno de los lugares que nos pertenecen como son Tarifa y Qastal, porque si ocurriera que estos lugares, o alguno de ellos, quedaran en vuestro poder, nos lo habréis de restituir en el acto, sin dilación alguna y sin necesidad de ulterior reclamación.
  • En el caso de que dichos lugares, o alguno de ellos, quedara en poder del Rey D. Alfonso, o de su hermano el Infante D. Fernando, nos habréis de apoyar para que se cumplan debidamente los conciertos que con ambos tenemos establecidos, con vuestro testimonio y con vuestra garantía de que los lugares en cuestión nos serán devueltos en el mismo instante, sin dilación alguna y sin necesidad de pedirlo.
  • También prohibiréis a vuestros súbditos que se dirijan a Sevilla, o a cualquier otra localidad situada en territorio de nuestros enemigos, por mar o por tierra, para negociar en ellas. Y si alguno entrara en cualquiera de las plazas referidas, se les aplicarán la misma ley que a los enemigos con quienes se halla.
  • Y para que así conste y quedéis bien persuadido de ello, mandamos escribir el presente documento, en el cual ponemos nuestra signatura y nuestro sello, el último día de rabí segundo del año setecientos uno de la Hégira.
Ha sido inscrito en la fecha indicada, 
31 de diciembre de 1301 - 1 de Enero de 1302.

 Bruno Alcaraz Masáts