miércoles, 28 de noviembre de 2012

Bando emitido el 24 de Junio de 1808
por la Junta Suprema de Granada 
 
Vitola de Napoleón Bonaparte, el Emperador Napoleón I.
 
Cuando Carlos IV abdica en 1808 a favor de su hijo Fernando VII, el Emperador de Francia, Napoleón Bonaparte, consigue que Fernando VII abdique en su padre y éste en Napoleón, quien da la corona de España a su hermano José Bonaparte.
 
Retrato del Rey Fernando VII.
La Guerra de la Independencia española surgida en 1808 fue un conflicto armado por la oposición de España a la pretensión del emperador francés Napoleón Bonaparte (Napoleón I) de instaurar y consolidar en el trono español a su hermano José Bonaparte, en detrimento de Fernando VII de España, desarrollando un modelo de Estado inspirado en los ideales bonapartistas.
 
Retrato de José Bonaparte.
La invasión de España en 1808 dio lugar a una insurrección permanente en toda a península Ibérica, con una lucha basada en la guerrilla de hostigamiento que absorbería grandes recursos humanos y financieros del Imperio de Francia, para combatir el malestar en las ciudades y los actos de la guerrilla en campo abierto y serranías:
 

Se admite generalmente que dos palabras surgidas en esa época, «guerrillero» y «guerrilla», nacieron durante la invasión napoleónica o francesa de España, a principios del siglo XIX. La guerrilla era una fórmula de la pequeña guerra de unos grupos de guerrilleros, que idearon una forma de continuo hostigamiento popular del enemigo, de guerra «no convencional».


El 6 de octubre de 1806 Godoy lanza una proclama a la nación que causó muy mala impresión en el emperador francés. Godoy está atado de pies y manos cada vez más:

“Napoleón consigue de él todo lo que le pide“

A finales de 1806, los fernandistas, una vez muerta la esposa napolitana del Príncipe de Asturias, inician una aproximación hacia Francia.

Así, el 18 de octubre de 1807 un cuerpo expedicionario francés al mando de Junot cruza la frontera española en dirección a Portugal y el 30 de noviembre de 1807, Junot entra en Lisboa. La rapidez con que se suceden los acontecimientos deja obsoleto el Tratado de Fontainebleau.

El General francés Jean-Andoche Junot.
El proceso de El Escorial origina el segundo viraje de la política de Napoleón: 
 
Joaquín Murat, rey de Nápoles y mariscal de Francia.
Retrato de François Gérard, en 1808.

Se plantea seriamente intervenir en la situación española. El numeroso contingente francés que, al mando de Murat (desde febrero de 1808), entró en España entre diciembre de 1807 y la primavera de 1808 bajo el pretexto de cubrir la retaguardia de Junot, tenía como propósito invadir la totalidad de la Península.

 

Según relataba Ernesto Canales:

 
“en los inicios de la guerra ocasionada por la invasión napoleónica a España, las Juntas Supremas surgidas de la movilización antifrancesa ocuparon el vacío de poder creado por el descrédito de las antiguas autoridades y se esforzaron en reconducir los estallidos de violencia popular hacia posiciones compatibles con el control social, en un movimiento que habría de repetirse durante los episodios revolucionarios del siglo XIX”.

Este bando de la Junta Suprema de Granada destaca por la crudeza de su determinación en el mantenimiento del orden público, expresada en unos términos que hacen dudar de que el verdadero enemigo sea el ejército francés.


Francisco de Paula Valladar, cronista de la época.
El cronista de la época, Francisco de Paula Valladar, escribió toda una serie de artículos que fueron publicados en la revista La Alhambra, entre 1810 y 1812, donde narraba la invasión napoleónica a Granada en 1810, al mando del general Sebastinai, y el malestar que supuso su presencia en Granada hasta 1812, en que iniciaron la retirada.

El político y literato granadino Francisco de Paula Martínez de la Rosa fue el Comisario de la Junta de Granada ante la invasión de las tropas napoleónicas, quien, al ser ocupada esta ciudad, pasó a Cádiz (1810).

Retrato de Francisco Martínez de la Rosa, político y escritor español.
Conocido el bando de la Junta Suprema de Granada, en el que se impedía la reunión de corrillos de más de cuatro personas y se prohibía portar armas, entre otras medidas de carácter restrictivo, dicho bando se terminaba con un se pondrá la horca en el sitio acostumbrado”, en clara referencia a la firme determinación del Rey Fernando VII de devolver la paz social a través de las Juntas Supremas creadas al efecto, aunque el coste humano fuese elevado y las garantías legales nulas.

Cuando las tropas de Napoleón invadieron Granada a principios del siglo XIX, trasladarían este tradicional lugar de ejecuciones de Plaza Nueva, al ser el lugar elegido por el general Sebastiani para efectuar dichas ejecuciones el Campo del Triunfo, en el exterior de la Puerta de Elvira.

Horace-François-Bastien Sebastiani de la Porta, vistiendo el uniforme de teniente
del decimoquinto  regimiento de infantería en 1793.
El texto del bando, sería recuperado por Antonio Gallego y Burín, para su publicación en “Granada en la Guerra de la Independencia. Los periódicos granadinos en la Guerra de la Independencia, editado por la Universidad de Granada en 1923.

El texto del citado bando era una proclama real que decía:

Bando para imponer el orden público en Granada en 1808

Don Fernando VII por la gracia de Dios, Rey de España y de las Indias, y en su Real nombre la Junta Suprema de gobierno, formada en esta capital.

Ha visto con dolor que los medios de suavidad y dulzura con que dicha Junta Suprema se ha conducido hasta ahora para contener al pueblo, lejos de producir los saludables efectos que se proponía, sólo han servido para insolentar cierta clase de gentes, que animadas de un espíritu inquieto y revoltoso sólo tratan de insultar las autoridades constituidas, infundiendo el desorden y el terror, para entregarse con descaro al asesinato y al pillaje.

Está muy bien persuadida esta Suprema Junta, de que la parte ilustrada y honrada de este vecindario, dista mucho de incurrir en semejantes excesos; pero se ve ya en la dura necesidad de tomar medidas vigorosas contra los malvados a quienes nada ha podido contener.

Los principales motores de este alboroto son los enemigos de la Patria, los que ganados por los franceses bajo las apariencias de celo, procuran oprimir a los buenos patricios y entorpecer las operaciones de la Junta, con el fin de proporcionar ventajas a los ejércitos enemigos.

Por tanto, y para evitar la multitud de desórdenes y los desgraciados resultados que forzosamente deben seguirse, la Junta Suprema ordena y manda:

1º. Que no se forme reunión alguna de más de cuatro personas, sea de hombres o mujeres o de unos y otros, así en las puertas de esta Real Chancillería, como en cualquiera otro paraje de esta ciudad, bajo la pena de que será disuelta a viva fuerza.

2º. Que todo corrillo de dicha clase que a la primera intimación de un jefe de patrulla no se dispersase, experimentará igual suerte.

3º. Que ninguna persona, sea de la clase que fuese, excepto los militares, Ministros y dependientes de Justicia, puedan llevar ninguna clase de armas, aun de las permitidas, y los que sean aprehendidos con ellas sufrirán irremisiblemente, siendo nobles, la pena de 10 años de presidio y los plebeyos además de ésta, la de 200 azotes.

4º. Que todo el que tuviese la osadía de invitar a algún Magistrado o constituido en pública autoridad, sufrirá irremisiblemente la pena capital.

5º. Que para evitar que los niños de ambos sexos sean víctimas inocentes por el abandono de sus padres o personas a cuyo cargo estén, se prohíbe que ninguno de ellos ande por las calles, siendo responsables en caso de contravención, sus padres, madres y maestro con quien estén de aprendices.

6º. En las toneleras y tabernas no se permitirán a ninguna hora del día ni de la noche, concurrencias, pena de 8 años de presidio que irremisiblemente se impondrá a los contraventores y que los dueños responderán de los mozos a cuyo cargo las tengan; ninguna estará abierta ni despachará después de las 9 de la noche, bajo la misma pena.

7º. Para el más pronto cumplimiento de estas providencias, se pondrá la horca en el sitio acostumbrado, suplicio que sólo amenaza a los malvados y sediciosos.

La Junta Suprema espera de todos los vecinos honrados de esta ciudad, el auxilio que tanto les interesa prestar en una causa de que dependen su seguridad, sus intereses y aun su misma vida.

Está rubricado por tres señores de la Junta Suprema de Granada.

Granada y Junio de 24 de 1808.

Como Habilitado, Dr. D. José Sandoval y Melo.

Bando reproducido por Antonio Gallego y Burín en:

 

 Granada en la Guerra de la Independencia. 

Los periódicos granadinos en la Guerra de la Independencia.
 
(Universidad de Granada, 1923), pp. 143-144
 
Bruno Alcaraz Masáts

sábado, 24 de noviembre de 2012

El sueño de la Alhambra

Artículo de Julio Llamazares
Fotografías de Navia

Situado en lo que fuera un convento del siglo XVI

La única manera de dormir dentro de la Alhambra, la legendaria fortaleza de los reyes nazaríes de Granada, es hacerlo en el Parador de esta ciudad, situado en lo que fuera un convento del siglo XVI que ordenaron construir los Reyes Católicos dentro de aquella a poco de conquistarla a los musulmanes.
 
Sólo por eso valdría ya la pena alojarse en él, pero el Parador de Granada ofrece además otros alicientes: sus magníficas instalaciones no hace mucho mejoradas y ampliadas, su cocina, con los platos más populares de la región, como el gazpacho andaluz o los piononos de Santa Fe, y por supuesto la posibilidad de pasear por los jardines de una fantástica fortaleza que un día fue el sueño de tantos conquistadores y hoy sigue siéndolo para los que la perdieron.

El Albaicín visto desde la plaza de los Algibes en la Alhambra

Desde el Parador de Granada, además, se contempla en toda su extensión y su belleza una ciudad que pasa por ser de las más hermosas de Europa, lo que corrobora su gran atracción turística. El barrio del Albaicín, en la colina frente a la Alhambra, con su dédalo de callejuelas moras y sus cármenes llenos de ensueño, las legendarias cuevas del Sacromonte, encima del anterior, cuna de bandoleros y de flamencos, o la ciudad moderna y cosmopolita, sobre la vega del río Genil, el mayor río de Andalucía después del Guadalquivir, ofrecen en su conjunto una visión panorámica cuya contemplación desde el Parador sólo es comparable a la de la Alhambra desde cualquiera de ellos.

La cocina del parador, con los platos más populares de la región,
como el gazpacho andaluz o los piononos de Santa Fe.

 Luego están los paseos por los jardines, el relajo de las fuentes que contribuyen con su sonido a acelerar el sueño, la fantasía nocturna de esa fantástica fortaleza cuya torre de la Vela parece esperar desde hace quinientos años el regreso de Boabdil y los suyos con sus estandartes y sus cimitarras.
 
El relajo de las fuentes que contribuyen con su sonido
a acelerar el sueño.
Un sueño que también se puede cumplir mientras se duerme en el Parador arrullado por los sones de las fuentes de la Alhambra y por el ruido, abajo, del río Darro, cuyo paseo fluvial no podía haber tomado un nombre mejor: el de los Tristes. A la mañana, el sueño se habrá pasado, aunque no del todo.
 
A la mañana, el sueño se habrá pasado, aunque no del todo.

Artículo publicado por Julio Llamazares y fotografías de Navia para:

http:www.ocholeguas.com

Consultar los artículos sobre los Paradores:



 © 2009 Unidad Editorial Internet S.L. / elmundo.es / ocholeguas.com

Bruno Alcaraz Masáts 

sábado, 3 de noviembre de 2012

Descripción de Granada en 1526
según el diario del médico Johannes Lange
 

El Dr. Lange era médico de cabecera del conde palatino alemán Federico II que, en 1526, visitó oficialmente la ciudad de Granada y la Alhambra, donde estaba residiendo el Emperador Carlos V.


Farinelli da cuenta de las andanzas de este caballero teutón por España citando a A. Hasenelever, Die tagerbuchartigen Aufzeichnungen des pfälzischen Hofarztes D. Johannes Lange ubre seine Reise nach Granada im Jahre, 1526.


Como médico, Lange admira los baños andalusies y sus propiedades terapéuticas, que describió ampliamente en su libro Epistolae medicinalis publicado en 1554, sin embargo y aunque admirador de la Alhambra y sus vestigios, era enemigo del Islam ya que, gracias al empuje turco avanzaba por Europa Oriental y por el Magreb, en 1515 toman Argel.

 

Tras la conquista de 1492 y el deterioro de la convivencia entre cristianos y musulmanes provocado por el incumplimiento castellano de las Capitulaciones, los musulmanes, que de mudéjares pasan a moriscos, son descritos en un relato de su diario escrito en Granada por el doctor alemán Johannes Lange en el año 1526. El los llamaría "moros blancos" en clara alusión a su origen étnico andaluz y no bereber. 





Portada de Epistolae Medicinalis, editada en 1556

 



Johannes Lange escribía en 1526:

 

"La capital del reino de Granada es la ciudad del mismo nombre que se eleva sobre las colinas en la que está edificada de tal forma que ninguna altura oposición situada fuera de sus murallas puede dominar su enclave. Granada es casi dos veces mayor que Nuremberg y en sus montañas vecinas, incluso en los días más calurosos del año, abunda la nieve, que sus habitantes utilizan para refrescar el vino. La ciudad de Granada se haya apenas a unas doce leguas del Mediterráneo. Se puede, por lo tanto, en llegar a África en tres días y, en otros cuatro se puede alcanzar el límite occidental del mundo''.

 

"La mitad de los habitantes de esta ciudad son moros blancos, cuyas mujeres y muchachas llevan pantalones de buque o calzacalzones blancos y envuelven cuerpo y cabeza con un pañuelo blanco hasta las pantorrillas, como nuestros pastores aldeanos, y alargan el pañuelo sobre la mitad de la cara”

 

 y del embajador veneciano Andrea Navagiero, en 1524-1526 nos refiere:

 

“…llevan las camisas poco más largas que el ombligo y después sus zaragüelles, que son calzas de tela atacadas, en las cuales, con que entre un poco la camisa es bastante; las medias son de paño o de tela, y todas tan arrugadas, que hacen las piernas gordísimas. En los pies no llevan pantuflas sino escarpines pequeños y bordados de seda. Sobre la camisa se ponen un vestidillo corto, recamado de seda, con las mangas también de seda, casi como una casaca morisca, y la mayoría de las veces de dos colores. Llevan encima una capa blanca de tela que les cubre hasta el suelo, con la cual se envuelven y cubren de manera que, a no quererlo, no son reconocidas.

 

En el pasado, Granada perteneció a los moros blancos, tuvo dos reyes durante las guerras de sus años postreros y estuvo sitiada seis años por el rey Fernando, cuyo ejército construyó ante sus puertas a la pequeña ciudad dede Santa Fe, y cuya esposa, Isabel, la conquistó al séptimo año para nuestra fe sacrosanta.

 

Continúo: la mitad de la población son moros blancos, cuyas mujeres e hijas visten blancos pantalones de marinero calzones (casi idénticos a los que en Alemania usan los pastores) ; y asimismo visten también blancos ropajes que las cubren desde el rostro a las pantorrillas, pero, lo más importante, es que se tapan la cara. A fin de que se les permita usar libremente esta clase de atavíos, cada una de ellas debe pagar al emperador un impuesto anual de un ducado. Quienes no quieren entrar en la iglesia. 

 

Los domingos han de pagar al sacerdote un real al año. Asimismo, en las laderas de las colinas de esta ciudad existen todavía profundas cuevas que visitar, en las que un contingente de cautivos cristianos (entre ellos un obispo) estaban encerrados de noche y a los cuales se alquilaba de día para hacernos trabajar en toda suerte de trabajos manuales.

 

Y sigo: la susodicha ciudad reconquistada el día de San Juan y por esta razón cada año los nobles y los burgueses se disfrazan ese día de moriscos y turcos provistos de escudos y lanzas y celebran una especie de profesión burlesca que recorre toda la ciudad al amanecer. Más tarde y en pleno día llevan a cabo un remedo de la Victoria. Se da suelta entonces, a seis o siete toros en la plaza del mercado para que el pueblo los corra y azuce.  A raíz seguido acude la caballería, ataviada con trajes moros y turcos y dividida en dos bandos. Disparan unos contra otros complejos y grandes arcabuces, cargados sólo con pólvora para salvas, se persiguen en todas direcciones, fingen grandes sobresaltos, ora avanzan, ora retroceden y adoptan mientras tanto actitudes gallardas.

 

Vimos como en la festividad de San Juan Bautista el propio Emperador participaba de estos juegos en Granada, en presencia de la Emperatriz y de una multitud de damas de honor portuguesas. Ese mismo día tres hombres fueron mortalmente heridos por los toros, y un viejo caballo, herido casualmente de un tiro en la cabeza, tuvo que ser rematado allí mismo. Prosigo: les está prohibido a los mencionados moros (con severos castigos) el uso de armas, tanto en el campo, a sus casas, excepto un pequeño cuchillo de cortar pan y otro para pinchar la carne (no comen caza y toda la carne que consumen procede de animales enjaulado, atados por encerrados en cercas) . Y a tal fin los magistrados hacen registrar sus casas dos veces al mes.

 

Asimismo, en nuestro último día de estancia en Granada el Emperador invitó a mi Señor a presidir con él, en un jardín al pie de la colina de la Alhambra, un espectáculo morisco. Adornados con perlas de gran belleza y piedras preciosas en cuellos, orejas y brazos, y ataviados (casi como diáconos para la misa) según las costumbres de su tierra, bailaron al son de flautas, violas y tambores, después de lo cual tres mujeres de cincuenta años y otra que tendría unos cuarenta cayeron y cantaron al mismo tiempo vivos e increíbles ritmos paganos, mientras los demás daban palmas acompasadas que gritaban alegremente.

 

Después del baile, algunas moras subieron a lo alto de la colina y bailaron en la cuerda floja tendida entre dos locales, y luego se abrieron de piernas con todo descaro, mientras hacía muecas al Emperador, chillando en su lengua nativa:

 

"Todo el que vive aquí puede ganar el cielo."

 

Después de esta representación se les dio a beber agua.

 

Hay además: con la alheña las jóvenes moras de Castilla consiguen que sus uñas tengan un brillante color naranja (se figuran) les da un especial atractivo. En mi opinión las hace asemejarse a nuestros miserables curtidores de Nuremberg. Consideran también como algo vergonzoso que una muchacha tome siquiera un solo sorbo de vino. Por lo tanto, todas beben agua. En la mencionada ciudad de Granada se confeccionan toda clase de vestiduras de seda, pero siempre negras, por carecer de tintes indelebles de otros colores y son apenas más baratos que en Alemania, con la notable excepción del tafetán doble, que aquí es muy bello. También las perlas son aquí baratas.

 

Hay igualmente magníficos viñedos y un gran lagar próximo a las murallas de la ciudad. Al principio, no había sitio tampoco en el palacio para alojar al secreto de mi Señor, y durante dos días obtuvimos que dormir en el suelo; luego alquilamos petates a los moros blancos, que nos exigieron un depósito de 15 ducados.

 

Permanecimos quince días en Granada y el 7 de julio, gracias a Dios, proseguimos gozosamente en nuestro viaje.

 

Otro pormenor: El palacio del Emperador fue construido por los moriscos en la colina de la Alhambra, dentro del recinto de la ciudad, y en su interior todavía pueden verse los curiosos y espléndidos baños del rey moro en los que se bañaba con sus esposas, de quienes tenía todas cuantas deseaba: a la que quería pero después del baño, le enviaba una manzana.

 

El agua que discurre por todo el mencionado palacio (en el que hay también un estanque con peces) fluye también por casi todas las demás casas importantes de la ciudad. El agua es insalubre, y si se bebe es fácil enfermar de disentería; pero no disponen de otra clase de agua, ni tampoco de pozos".

 

Diario escrito en 1526 por el doctor Johannes Lange

durante su visita a Granada y publicado en 1556.

 

 

Bruno Alcaraz Masáts