sábado, 24 de noviembre de 2012

El sueño de la Alhambra

Artículo de Julio Llamazares
Fotografías de Navia

Situado en lo que fuera un convento del siglo XVI

La única manera de dormir dentro de la Alhambra, la legendaria fortaleza de los reyes nazaríes de Granada, es hacerlo en el Parador de esta ciudad, situado en lo que fuera un convento del siglo XVI que ordenaron construir los Reyes Católicos dentro de aquella a poco de conquistarla a los musulmanes.
 
Sólo por eso valdría ya la pena alojarse en él, pero el Parador de Granada ofrece además otros alicientes: sus magníficas instalaciones no hace mucho mejoradas y ampliadas, su cocina, con los platos más populares de la región, como el gazpacho andaluz o los piononos de Santa Fe, y por supuesto la posibilidad de pasear por los jardines de una fantástica fortaleza que un día fue el sueño de tantos conquistadores y hoy sigue siéndolo para los que la perdieron.

El Albaicín visto desde la plaza de los Algibes en la Alhambra

Desde el Parador de Granada, además, se contempla en toda su extensión y su belleza una ciudad que pasa por ser de las más hermosas de Europa, lo que corrobora su gran atracción turística. El barrio del Albaicín, en la colina frente a la Alhambra, con su dédalo de callejuelas moras y sus cármenes llenos de ensueño, las legendarias cuevas del Sacromonte, encima del anterior, cuna de bandoleros y de flamencos, o la ciudad moderna y cosmopolita, sobre la vega del río Genil, el mayor río de Andalucía después del Guadalquivir, ofrecen en su conjunto una visión panorámica cuya contemplación desde el Parador sólo es comparable a la de la Alhambra desde cualquiera de ellos.

La cocina del parador, con los platos más populares de la región,
como el gazpacho andaluz o los piononos de Santa Fe.

 Luego están los paseos por los jardines, el relajo de las fuentes que contribuyen con su sonido a acelerar el sueño, la fantasía nocturna de esa fantástica fortaleza cuya torre de la Vela parece esperar desde hace quinientos años el regreso de Boabdil y los suyos con sus estandartes y sus cimitarras.
 
El relajo de las fuentes que contribuyen con su sonido
a acelerar el sueño.
Un sueño que también se puede cumplir mientras se duerme en el Parador arrullado por los sones de las fuentes de la Alhambra y por el ruido, abajo, del río Darro, cuyo paseo fluvial no podía haber tomado un nombre mejor: el de los Tristes. A la mañana, el sueño se habrá pasado, aunque no del todo.
 
A la mañana, el sueño se habrá pasado, aunque no del todo.

Artículo publicado por Julio Llamazares y fotografías de Navia para:

http:www.ocholeguas.com

Consultar los artículos sobre los Paradores:



 © 2009 Unidad Editorial Internet S.L. / elmundo.es / ocholeguas.com

Bruno Alcaraz Masáts