viernes, 10 de mayo de 2013

Viajeros eslavos en al-Ándalus, 
primeros libros rusos sobre España.

Grabado del siglo XVI de la ciudad y puerto de Astrakhán.
El viajero andalusí, Abu Hamid al-Garnati (1080/1169), nacido en Granada donde estudió y  prosiguió sus estudios en Uclésa los 30 años abandonó al-Ándalus, fue un viajero andalusí y compilador de las maravillas del mundo antiguo (adjaib) que vivió en los siglos XI y XII, en 1130 estaba en Abhar, en Irán, para luego llegar a la zona de la desembocadura del río Volga, residiendo cerca de veinte años en tierras de Rusia, en Saisín, hoy Astrakhán, y sus textos constituyen uno de los más importantes tratados de cosmografía medieval.

Aunque su cultura religiosa islámica era vastísima, dado que Abu Hamid al-Garnati no era un hombre de ciencia y por esa razón su relato está plagado de testimonios de carácter antropológico, folklórico o etnológico que son precisamente el principal atractivo de la lectura de su obra.

Viajó mucho por tierras rusas, describiendo los ríos Volga y Oka y las costumbres de sus habitantes.

Mezquita otomana Nasuh en Soltaniyev, según una lámina del siglo XVI.
Aunque los primeros rusos o eslavos llegaron antes al Califato de Córdoba, en el siglo VIII, como soldados del Califa Hixem (quien gobernó desde 796 hasta 822) y organizó en la corte una guardia que constaba de 5.000 hombres armados, entre los cuales había tres mil mozárabes y dos mil eslavos.

Karol Szajnocha era un conocido historiador polaco. Casi toda la obra de Szajnocha trata de la historia de la Polonia antigua, principalmente de su período de mayor esplendor, es decir, los siglos XVI y XVII. Era un ilustre científico, de amplios criterios y gran erudición. Sus trabajos sobre los eslavos en Andalucía es una buena muestra de su extraordinaria capacidad de orientarse en documentos históricos relativos a épocas y pueblos diferentes. Ya las primeras páginas leídas revelan el rigor científico y la minuciosidad con que el estudioso recogió y generalizó los datos recabados en multitud de obras árabes y europeas.

Su libro Slaviane v Andaluzii (Los eslavos en Andalucía), Moscú, Moskovski Universitet, 1874, que consta de ocho capítulos, describe en detalle la historia de los eslavos en Andalucía durante la época del dominio árabe: la diáspora eslava en la Península Ibérica en los siglos X y XI.

Mezquita otomana de  Matrakçi, según una lámina del siglo XVI.
Sería en el siglo X cuando los eslavos fueron mencionados por primera vez. 

Entre los años 943 y 948, el árabe Al Masudí escribió un tratado titulado "Prados de oro y minas de piedras preciosas", en el que habla de un pueblo eslavo, el serbio, que comerciaba en los puertos del Mediterráneo. 

Menciona en otra ocasión los castores que habitaban cerca de Kiev, de donde los eslavos exportaban pieles a Andalucía.

"No escasean datos detallados sobre el destino de los eslavos, que fueron llevados al cautiverio árabe en España en el transcurso de varios siglos. Este destino, nada envidiable primero, fue mejorando con el tiempo, para llegar al esplendor y la grandeza.

Los árabes recibían a nuestros cautivos de Galicia, es decir, del litoral que ocupa el rincón noroeste de España. Refiriéndose a lo divulgada que era la esclavitud eslava de aquella época, Benjamín de Tudela ya en el siglo XII puso a todas las tierras eslavas el nombre de la Tierra de Canaán, porque "sus habitantes venden a sus hijos e hijas a todos los pueblos".

El morabito otomano de Matrak, en una lámina del siglo XVI.
En el "Libro de viajes", escrito por el imán Ibn-Gaukal en 976, se encuentran los datos más importantes relativos a los orígenes de la diáspora eslava en Andalucía y describió el imán: 

"Las tierras de los eslavos son tan extensas que suministran esclavos a Karasán en Oriente y a Andalucía en Occidente. Los andaluces los compran en Galicia, Francia, Lombardía 
y Calabria, los hacen eunucos y los revenden en Egipto y África.

Todos los eunucos eslavos, dondequiera que estén, proceden de Andalucía.
No había costas más abundantes en botín y mercancía de humanos que
el litoral eslavo del Mar Adriático".

En el que hasta el siglo XV prosperaron mercados de esclavos tan importantes como el de Dubrovnik, desde el que se surtía al-Ándalus.

Grabado de Dubrovnik durante la época medieval.
Los árabes recibían a los cautivos del norte de Europa en Galicia, es decir, del litoral que ocupa el rincón noroeste de España. Navegaban hasta allí los barcos mercantes de los vikingos o normandos, que no sólo eran vecinos de los eslavos, sino que también subyugó por mucho tiempo a los países situados a lo largo de las costas del Mar Báltico, o sea, los normandos.

Abderramán III tenía a su servicio unos 6.000 eslavos, siendo favorecidos por los califas y dadas las circunstancias favorables, algunos de ellos consiguieron, a principios del siglo XI, durante el reinado de los sucesores de Hizem II, el título más honorífico que había en la corte, el de Gadzib, que en el Califato de Córdoba equivalía al de primer ministro en los asuntos de la paz y la guerra.

Lámina del siglo XVI la ciudad de Nheyak, que visitara al-Musadi.
Cinco eslavos, con califas diferentes, fueron nombrados gadzibes: 

Vagda, Gairan, Naya, Razikalia y Sekan.

Almanzor fue quien tuvo la guardia eslava más importante. Todo parece indicar que con el tiempo los eslavos empezaron a participar en la lucha política de la corte de Córdoba y se hicieron aliados de los almorávides. La influencia eslava iba en aumento. 

El gadzib Vagda fue servidor fiel y fervoroso de Hixem II, salvándole en 1010 la vida y el trono al califa, según reportan los datos hallados por Karol Szajnocha.

Siendo extranjeros conocidos como "mudos", sin origen ni lazos de parentesco, infundían en los califas una confianza mayor y, utilizados en casos relevantes y retribuidos con generosidad, tenían toda la razón para pagarles con fidelidad y abnegación.


Basado en el artículo de Dimitri Lopanikov sobre obras halladas por Karol Szajnocha en la Biblioteca Nacional Rusa de Moscú en 1874 (Moskovski Universitet - 1874)

Un repaso a las fuentes literarias rusas, desde el siglo XVIII hasta la primera 
mitad del XX. Dimitri Lopanikov.

Primeros libros rusos sobre España
Anton Friedrich Busching - Museo de Arte de Harvard
Dibujo de William Gray, de la colección de Francis Calley Gray.
El primer libro sobre España en lengua rusa y con autoría establecida se conserva en el Museo del Libro adjunto a la Biblioteca Nacional de Rusia. Data del año 1775 y es una traducción de la descripción de "España" del geógrafo alemán Anton Friedrich Busching.

La edición de su "España" coincidió con el auge que la Academia de Ciencias de Rusia experimentó en la época de Catalina la Grande.

El primer autor ruso que escribió sobre España fue Faddei Bulgarin, destacado escritor y periodista de primeros del siglo XIX, cuya obra "Recuerdos de España" se conserva también en el Museo del Libro.

Faddei Bulgarin ( 1789 1859 ) pintado por Ivan Nikolayevoc Terebenev.
Museo de Bellas Artes de Moscú.
Dos de los textos más conocidos en Rusia fueron "Cartas sobre España", de Vasili Petróvich Botkin y los textos que escribió Dimitri Ivánovich Dolgorukov, príncipe Dolgoruky, el diplomático ruso que viajó a Granada con  Washington Irving. 

La primera edición soviética, de carácter revolucionario, sería el libro de León Trotsky "Sucedió en España", (Dielo bylo v Ispanii, Sucedió en España, Moscú, 1926) quien recorrió España desde Irún a Cádiz, para después embarcar a Nueva York. 

Acuarela de Leon Trotsky.

Lo que más llama la atención en el libro no es el contenido como tal de las memorias, sino el estilo de la narración, un estilo preciso, duro y rotundo.

Así definió León Trotsky nuestro país:

"España No es Francia: es más sureña, primitiva, provinciana y bruta.
Sociabilidad. Beben vino de las botas".


Basado en el artículo de Dimitri Lopanikov sobre obras halladas por Karol Szajnocha en la Biblioteca Nacional Rusa de Moscú en 1874 (Moskovski Universitet - 1874)

Un repaso a las fuentes literarias rusas, desde el siglo XVIII hasta la primera 
mitad del XX. Dimitri Lopanikov.

Bruno Alcaraz Masáts.