viernes, 17 de octubre de 2014

"Los Llamados Lunes De Aguas"
Vida y muerte del Infante don Juan, Príncipe de Asturias,
primogénito de las Casas de Aragón y Trastamara de Castilla, del que antaño decían
"murió en la Alhambra de una caída del caballo en Granada".

El infante don Juan, tartamudo y vulgar, según los historiadores de la época.
El primogénito de las Casas de Aragón y Trastamara de Castilla (Reina Isabel I del Castilla y Fernando V de Aragón) fue el infante don Juan, tartamudo y vulgar, según los historiadores de la época.

El príncipe español Juan como el niño Jesus.
Grabado holandés de finales de siglo XVII.
El 4 de octubre de 1497, pese a los denodados esfuerzos del famoso doctor Gonzalo de la Parra, fallece en Salamanca el infante Juan, hijo de los Reyes Católicos, cuando contaba 19 años, ya que nació en Sevilla el 30 de junio de 1478.

El día 3 de abril de 1497, en Burgos, contrajo nupcias con Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano, y era, según todos los cronistas de la época, la princesa más bella de su tiempo.

La infanta Margarita de Austria, con vestimenta de viuda,
según el retrato de Bernaerd van Orley.
Según Villar y Macías, en su Historia de Salamanca, en los funerales por el infante se vistió por última vez en Castilla la jerga blanca como señal de luto. Dato trascendente para los etnólogos que vienen estudiando las costumbres de aquella época, como ha escrito Ángel Carril.

Grabado de la época de Pedro Mártir de Anglería.
Una carta de Pedro Mártir de Anglería, que en su tiempo dijo "que en la cama lo agotó", dirigida al cardenal de Santa Cruz, Bernardino de Carvajal, en la que estos últimos motivos quedan explícitamente condensados:

"Pallet iam nimis, huius puelle amore pellectus, hic noster ephebus Princeps. Hortant medici Reginam, hortant et Rex, ut a Principis latere Margaritam aliquando semoveat, interpellet indutias precantur, pretestant periculum ex frequenti copula ephebo imminere."

(Pérez Priego, op. cit., p. 21).

("Preso del amor de la doncella, nuestro joven Príncipe vuelve a estar demasiado pálido. Tanto los médicos como el Rey aconsejan a la Reina que, de cuando en cuando, aparte a Margarita del lado del Príncipe, que los separe y les conceda treguas, pretextando el peligro que la cópula tan frecuente constituye para el príncipe").

Otros historiadores le darían una muerte más honrosa, romántica y menos putañera:

"murió en la Alhambra de Granada de una caída del caballo en Granada".

Aunque la realidad fue otra bien distinta.

El Príncipe de Asturias Juan con su hermana Catalina.
Grabado alemán de la Época Dorada, hacia 1751.
En el siglo XIV, se extiende por toda Europa una ola de moralidad que reglamenta el desempeño de la prostitución. Durante años los distintos estados habían estado luchando para hacer desaparecer de las calles a las mujeres que desempeñaban tan antiguo oficio, fracasando en su intento. Al no poder conseguirlo dictan normas que obligan a las prostitutas a segregarse dentro de un determinado espacio reservado exclusivamente para trabajadoras que ejercen dicho arte.

Este afán reglamentista no llegará a España hasta finales del siglo XV, principios del XVI., cuando empiezan a estructurarse normas, auspiciadas por los Reyes Católicos, con una concisa reglamentación para el desempeño de este oficio que se realice dentro de las Casas de Mancebía.

Sabemos por Alonso Canales que Diego Fajardo existió realmente y que a su padre, Alonso Fajardo, de una familia noble de Guadalajara, los reyes le concedieron en 1486 el privilegio de establecer mancebías, en recompensa por sus hazañas militares en la reconquista. 

Puente Romano del río Tormes a su paso por Salamanca.
Al morir Diego Fajardo, su viuda, Leonor de Mendoza, consigue que su hijo Luis Fajardo le ceda la mancebía, y ella convierte las mancebías en beaterios de arrepentidas donde catequiza a algunas rameras.

En 1496 los propios Reyes Católicos nombraron a su hijo, el infante don Juan, Señor de Salamanca. Un año más tarde el infante don Juan -como ya hicieran sus padres con el padre de Diego Fajardo- concedía a García de Albarrátegui, su compañero de caza y mozo de ballesta de los Reyes, un privilegio para construir una casa de mancebía en la ciudad de Salamanca.

El proceso había empezado con Alfonso XI quien autorizó el burdel de Sevilla. 

Las razones se constatan con frecuencia en la documentación y hay tres principales: el miedo a la extensión del crimen nefando y bestialidad que era muy común en el campo, donde vivía el 80 por ciento de la población; segundo, el miedo al otro pecado nefando o crimen contra natura, la homosexualidad, a la que se atribuía la debilidad del reino de Nápoles; y tercero, un deseo de despejar las calles de "las cantoneras".

Distinciones ente mujeres enamoradas, cortesanas, rameras y cantoneras.
El infante don Juan, hijo de los Reyes Católicos, decide crear en 1.497 una casa conocida como mancebía debido a la numerosa presencia de mujeres de "vida alegre" en la ciudad. Ese mismo año muere a la edad de 19 años el hijo de los Reyes Católicos y Príncipe de Asturias. 

Muere, durante su estancia en Salamanca, en extrañas circunstancias, consumido por una debilidad extrema que degeneraría en "una tisis galopante". Tenía sólo 19 años y acababa de casarse y Alicia, una de las prostitutas con las que se acostó el príncipe don Juan en la mancebía Salamanca, aparecería muerta en el pilón de una fuente.

El dictamen oficial afirmaba que su muerte se debía a un esfuerzo en su amor matrimonial por dejar un heredero, pero el pueblo comentaba que la causa había sido la enfermedad contraída en su alterne con ciertas mujeres.

La mancebía, que fue sometida a concurso mediante pregón, se situó al lado del Colegio de Fonseca y se establecieron ciertas normas: la profesión no podía ser ejercida por mujeres casadas, con padres en esta ciudad, ni mulatas.

Grabado de Margarita de Austria en la adolescencia .
Grabado austriaco del siglo XVII.
Antes del anochecer, las mujeres debían recogerse en esta casa y permanecer en ella toda la noche. Aquellas que ejerciesen y salieran por la ciudad debían llevar las puntillas de sus enaguas de color gris parduzco como distintivo, de ahí el conocido dicho "ir de picos pardos".

La multa por no llevar la indumentaria ascendía a 300 maravedíes, y estaba prohibido ejercer en días de fiesta, en Cuaresma y Vigilia.

Felipe II dentro de su rectitud cuasi monacal queda perplejo con tamaño espectáculo y lo primero que hace es promulgar un edicto en el cual ordena que durante los días de Cuaresma y Pasión la prohibición de comer carne se haga extensible en todos los sentidos, y para evitar conductas que conlleven pecado carnal, obliga a que las prostitutas sean expulsadas de la ciudad, y conducidas extramuros (al llamado Arrabal del Puente, en la orilla izquierda del Tormes) durante el citado periodo cuaresmal, poniendo además como condición que ninguna sea osada de acercarse a menos de una legua de los límites de la ciudad so pena de sufrir gran castigo.

Dicho y hecho, a partir de este edicto, las prostitutas de Salamanca abandonaban la ciudad antes de comenzar la Cuaresma y el tiempo de abstinencia, y desaparecían de ella de manera temporal, recogiéndose en algún lugar al otro lado de río Tormes.

Grabado donde se representa al "Padre Putas"
caminando acompañado de la Muerte.
El "Padre Putas" era el encargado del orden del barrio y de que las mujeres pasaran las revisiones médicas. La función por la que era conocido es la que ha dado lugar al famoso "lunes de aguas".

El padre putas reunía a todas estas mujeres el Miércoles de Ceniza para sacarlas de la ciudad y llevarlas al otro lado del río, donde pasaban los 40 días de Cuaresma.

La octava de Pascua, 8 días después de la Resurrección, los estudiantes partían a buscar a las mujeres en barcas, ya que éstas no podían pasar por el puente romano. Las barcas iban adornadas con abundantes ramas, por lo que acabó llamándose "rameras" a las mujeres que albergaban en la mancebía.

Postal de Salamanca.
El río Tormes atravesando el Puente Romano.
Esa tarde toda la gente de la ciudad se acercaba al río para cotillear y festejar el alborozo de estudiantes y mujeres de vida alegre. En este día de campo se merendaba el hornazo, una empanada a base de harina de trigo rellena del mejor jamón, chorizo y lomo de la casa, acompañado de un buen vino.

Hoy cada lunes de aguas los salmantinos salen al campo y algunos se acercan hasta las orillas del Tormes para festejar este día acompañados del hornazo, que también sirve acompañamiento habitual en sus meriendas o celebraciones familiares.

"En el repertorio luctuoso marroquí figura como "endecha" el romance clasificado como "La muerte del príncipe don Juan", cuyo incipit es "De Burgos partió ese rey..."

El número 11, cantado por Alicia Bendayán, de Tetuán (Marruecos), grabado en 1983, en Ashkelon

"De Burgos partió ese rey, de Burgos pa' Salamanca,
y en mitad de aquel camino del cielo cayó una carta.
-Tomadla, mis caballeros. tomadla bien y notadla.
-Para vos, mi señor rey, para vos era mandada. 

Malo y estaba ese rey, ese rey de Salamanca,
malo está de calentura, que otro mal no se le añada.
Ya mandan por los doctores, doctores de toda España,
todos dicen a una boca: -mi señor no tiene nada. 

Si non era el más chiquito, que Sebastián se llamaba,
de rodillas en el suelo. el pulso le demandara:
-Perdón, perdón, mi señor rey, por estas tristes palabras
tres horas tiene de vida, la una y media ya es pasada.

Ellos en estas palabras, su madre por ahí entrara:
-dónde estabas tú, mi madre, mi madre, la desdichada?
-Rogando iba a Dios del cielo que troque alma por alma.
-Tarde recordatis madre la sentencia ya está dada,
tres horas tiene de vida, la una y media ya es pasada.

Ellos en estas palabras, su esposa por ahí entrara,
un velo negro en la cara y una soga en la garganta.
Y a todo esto, señores, la infanta queda preñada:
si la infanta pare niño, rey será de toda España,
si la infanta pare niña, reina es de Salamanca."

Menéndez Pidal y esposa, durante su viaje de novios por el valle del Duero, se toparon casualmente con una pastora que les recitó el romance, en el año 1900:

"Si la infanta pare niña, 
reina es de Salamanca; 
si la infanta pare niño,
rey será de toda España".

La debilidad del príncipe de Asturias, junto con los ardores sexuales propios de la juventud de los cónyuges y "otros ardores distintos", acabaron por quebrar su precaria salud.  

No en vano, el duque de Maura, erudito de la mitad del siglo XX, tituló su obra dedicada a la biografía de don Juan con estas esclarecedoras palabras:

                                          "El príncipe que murió de amor…". 

Óleo de la Virgen de los Reyes Católicos (hacia 1480)
Único óleo donde figuran los hijos mayores de los Reyes Católicos:
El Infante Juan (1478-1497) y la Infanta Juana (1497-1555)
Escuela flamenca - Museo del Prado.
Virgen de los Reyes Católicos (hacia 1480) 

"Maestro de la Virgen de los Reyes Católicos" es el nombre asignado por la historiografía, en espera de poder asociarlo de forma fehaciente a alguno de los pintores hispano-flamencos conocidos, al maestro anónimo autor de la tabla Virgen de los Reyes Católicos, procedente del Real Monasterio de Santo Tomás de Ávila y actualmente en el Museo del Prado, y que fue pintada hacia 1480.

Esta pintura muestra a los Reyes Católicos en la postura que adoptaban tradicionalmente los benefactores de las órdenes religiosas en la Edad Media.

La tabla recoge dos ventanales del paisaje del convento de Santo Tomás de Ávila, que fue la sede del primer tribunal de la Inquisición en España, que sería decisiva para exterminar el protestantismo y el judaísmo.

El paisaje se describe en sus más mínimos detalles. De esto y de la iluminación de todas las figuras, se deduce que el autor es un pintor flamenco.

A la derecha, detrás de la reina Isabel, figura santo Domingo, fundador de la orden (1170-1221) con su atributo, una azucena, símbolo de castidad y el libro abierto alude a la regla de su orden y tras él, el confesor de la reina Isabel y la infanta doña Juana (1497-1555).

A la izquierda, detrás del rey Fernando, figura santo Tomás (1225-1274) sosteniendo una maqueta de iglesia conventual para ofrecerla a la Virgen, según la costumbre iconográfica.

Detrás del rey está presente fray Tomás de Torquemada, el primer inquisidor general y, entre ambos, aparece el infante don Juan (1478-1497)

Texto descriptivo de la obra "Virgen de los Reyes Católicos"
aportado por Eva López-Amat Acosta.
Bruno Alcaraz Masáts ©